ANATHEMA + PETTER CARLSEN + SLAMO
Domingo 7 de Noviembre
Sala Salamandra, l’Hospitalet de Llobregat (Barcelona)
By Xenia
Que Anathema desertan de su pasado metalero no es ninguna novedad hoy en día. Hace años que en sus discos ya no se encuentran esos sonidos pesados, más bien ofrecen Rock con toques poperos, atmosféricos y alguna referencia al jazz; y viendo los teloneros de su gira española, su reniego a los primeros tiempos se acaba de confirmar.
El mismo día que el Papa llenaba la ciudad condal de creyentes, Anathema presentaban su esperadísimo disco ‘We’re Here Because We’re Here’. El por qué de tan esperado han sido los siete largos años de la salida de éste y, en consecuencia, esperada gira. Aunque durante este tiempo se ha podido ver a una parte de los hermanos Cavanagh, no es lo mismo que ver al grupo al completo.
Servidora se presentó justo en la finalización de los teloneros Slamo, ya que estuvo disfrutando de una velada amigable llena de protesta llamada Anti – Ratzinger Fest, en honor a la infame visita de Benedicto XVI, AKA Ratiznger. La interesante propuesta de unir a 14 grupos de la escena extrema catalana, con rotaciones cada diez minutos, en contra de la visita del Ignominioso Padre tuvo muy buena acogida. Lástima que ambos eventos coincidieran, perdiéndome parte de éste.
olviendo a la Sala Salamandra, los de Liverpool iniciaron su concierto, para variar, pidiéndonos que no se fumara marihuana por problema de salud de Daniel Cavanagh y, aunque alguno hizo caso omiso al aviso, por lo menos no pasó como en el concierto de Sevilla, en donde Daniel se arrinconó enojado durante parte de la actuación. A partir de ahí, empezaron los clásicos del grupo: “Deep”, “Pitiless”, “Forgotten Hopes”, “Destiny Is Dead”, “Empty”, “Lost Control”, “Balance” y “Closer”. En ésta última hubo problemas con el vocoder y Vincent se cabreó cual niño pequeño y, en consecuencia, acabó desconectando el teclado, pedal de efectos,… e hizo ademán de tirarlo al suelo, todo esto acompañado de gestos obscenos al roadie. Una rabieta de rock star que, sinceramente, sobraba.
Seguimos con los clásicos, esta vez junto a la hermosa voz de Lee Douglas, que desde 2000 se encarga de las voces femeninas. “A Natural Disaster” sonó sublime y siguieron con “Destiny”, “Judgement” y “Flying”.
Llegada la primera hora de concierto, todos nos preguntábamos si tocarían algo de su nuevo disco, que para algo venían a presentarlo. Dicho y hecho. La siguiente hora fue exclusiva para las diez canciones, en el mismo orden, que componen “We’re Here Because We’re Here”. La idea en sí es buena pero, personalmente, a partir de la cuarta se hace algo pesado, sabiendo cual será la siguiente canción, y más aún, si también suenan los samplers eternos de “Presence”. Hay mil formas de presentar un nuevo disco y tocarlo íntegramente sin embargo, hacerlo una canción detrás de otra, y más con un disco de este calibre, con todos los silencios musicales, sampleados y canciones instrumentales que lo componen, es algo arriesgado por peligro a que el público se enfríe. Realmente eso es lo que pasó con las cuatro últimas canciones, pero las ganas de volver a ver a los ingleses vencieron el cansancio.
Llegados a este punto de dos horas de actuación sin pausa alguna, empezaron los bises. El primero con Daniel Cavanagh a la acústica con una canción que, para mi, era innecesaria en el set-list pero que la gente acogió con los brazos abiertos. Después de “Are You There?” daban punto y final con el mejor sabor de boca, como son la emotiva “One Last Goodbye”, con lagrimas del público incluidas, y “Fragile Dreams” con la Sala Salamandra completamente volcada con el grupo. El final hubiera sido perfecto si no se hubieran unido al escenario parte del grupo Slamo. Que salten y bailen con Anathema me parece estupendo, pero que canten destrozando una canción tan bella con la voz que tienen… espero que su actuación no fuera igual, por el bien de todos.
Como no, el sonido de la Sala Salamandra fue excelente: todas las canciones sonaron iguales al disco. Da gusto ir a ver conciertos en una sala con tan buena acústica. La actuación de los ingleses también fue de excelente, dejando de lado la rabieta de Vincent. Podrá sonar a fan acérrima del grupo, hablando de perfección y adjetivos por el estilo, pero es que es la verdad. Las tablas de los ingleses no se pueden negar, su entrega al público tampoco, y la exquisitez de sus canciones mucho menos.
Esperemos que no tarden otros siete años en volver a editar un nuevo trabajo o, por lo menos, volver a actuar en nuestro país. La sensación final es tan gratificante que te dejan con ganas de más.
Texto y fotografías por Xènia Senserrich
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